Cuando un pequeño trozo de tiocianato de mercurio –un compuesto de mercurio, azufre, carbono y nitrógeno– empieza a arder, se descompone en su propio calor.

De esta manera el carbono y el nitrógeno se combinan para crear una red compleja en la que se liberan otros gases que quedan atrapados dentro de esa red y esto hace que el polímero crezca formando la llamada "serpiente del faraón". 

La asombrosa reacción química se prolonga hasta que la “serpiente” alcanza 100 veces el volumen original.