En circunstancias normales, al centrar tu atención en un punto y no mirar fijamente las caras que van apareciendo y desapareciendo rápidamente nuestra mente tiende a exagerar alguno de los rasgos de dichos rostros. Se cree que este efecto se produce porque el cerebro, al tener tan poco tiempo para procesar y memorizar la información de la imagen, tiende a exagerar los rasgos para recordarlos mejor. Estas exageraciones, normalmente, transforman la cara en algo grotesco e incluso caricaturesco.