"Nadie sabe qué pasó, ni puede explicarlo", es lo que se comenta en estos momentos en Nueva Zelanda.  Lisa Reed estuvo ciega durante trece años, cuando era una niña le detectaron un tumor cerebral que le presionaba el nervio óptico y que hizo que a los 11 años perdiera completamente la visión.

La niña, ahora joven, aprendió a vivir en la oscuridad con la ayuda de su perra lazarillo Ami. Trece años después quiso demostrarle su cariño a su mascota y cuando se agachó se dio un fuerte golpe en la cabeza que hizo que volviera a ver.

La recuperación de la visión no fue inmediata, Lisa se golpeó la cabeza, se quejó y se fue a dormir. Al despertarse a la mañana siguiente notó, después de unos primeros minutos de desconcierto, que había recuperado parcialmente la vista.

"Realmente no puedo describir lo que sentí. Fue fantástico, maravilloso. No se puede imaginar lo que significa no poder ver y luego, de repente, poder. Es un regalo ver al mundo nuevamente", relató emocionada la joven.

La Fundación para Ciegos de Nueva Zelanda cuenta su historia como ejemplo para difundir la Semana de la Ceguera, que organiza entre el 29 de octubre y el 3 de noviembre.