En una ceremonia íntima en la pequeña iglesia de Santa María de la Piedad, despidieron los restos de "Willy". Incluso los guardias suizos lo habían apodado "el heraldo de Santa Ana" por sus constantes visitas a esa iglesia, según relata Julio Algañaraz.

Willy era un "sin techo" que habitaba el Vaticano y que se había ganado la confianza de todos.

Fue el monseñor Ciani el que notó que su amigo había desaparecido y que había sido internado en el Hospital donde falleció y luego pudo recuperar su cuerpo.  Le avisó al Papa: "Santidad, no saben dónde sepultar a Willy". "Démosle una digna sepultura en el Vaticano", respondió Francisco.