Con un mecanismo que funciona a la perfección Oslo logró superar la capacidad de procesar los residuos de sus 1,4 millones de habitantes.  Dado que con ese mecanismo logra abastecer a la ciudad de energía y calor, ante el faltante, decidieron importar basura de otros países para procesar.

Los noruegos están tan comprometidos en las políticas de reciclaje que el modelo de autoabastecimiento llegó a su límite.  Clasifican la basura en orgánica, plástico y el resto de los deshechos. En recipientes separados colocan papel, vidrio, metal y basura electrónica.

"La separación de la basura en bolsas de diferentes colores, implementada desde hace algunos años, nos obligó a tomar el hábito de pensar siempre de qué materiales está hecha cada cosa antes de tirarla", explica a LA NACION vía Skype Kjersti Album una licenciada en Ciencias Políticas de 38 años.

La separación por colores no es un esfuerzo inútil. Los camiones recolectores dan a cada bolsa un destino diferente que es reciclada y aprovechada al máximo. Las escuelas de Oslo  reciben electricidad de estas plantas y casi la mitad de la capital noruega cuenta con calefacción gracias a este método.

"Ya el 12% de los residuos que utilizamos para hacer funcionar nuestra planta de Klemetsrud, en Oslo, es importada", explicó a LA NACION Pal Mikkelsen, director general de Energigjenvinningsetaten (la agencia municipal que procesa la basura).

En Noruega el cuidado ambiental y la naturaleza lo son todo. Un ejemplo a imitar.