La escena es surrealista, y muestra el desmadre de una situación que estaba en estado de ebullición y explotó cuando el operativo de la policía en Rosario terminó con la detención de un hombre por, supuestamente, ser integrante de una organización de narcotráfico.

El miedo y la bronca de los vecinos por tenerlo en el barrio derivó en que se enseñaran con sus pertenencias y le saquearan la casa con la mirada cómplice de los agentes que hacían un cordón policial a un costado de la calle de tierra donde estaba asentada la vivienda.

En el borde de la desmesura no dejaron nada sin robar, desde juguetes para nenes, pasando por la ropa y hasta su mascota, e incluyendo un insólito inodoro que pasó en manos de dos muchachos que se lo llevaban como trofeo.