Jorge seguramente saldrá a decir que en Diario Registrado no entendemos el humor, que nos tomamos en serio sus chistes. Pero alguien debería explicarle que no es humorista sino que, se supone, es periodista.

Más allá de lo que puedan hacer ciertos grupos musicales, la tarea de los informadores requiere un mínimo de sentido común: no se puede provocar risas a partir de la muerte de una persona.