¿Cómo se hacen más de veinte millones de dólares -se supone que al menos el doble si eso es lo que se reclama en un divorcio- llevando la palabra de Dios? 

Para eso no se sabe si se conocerá la respuesta, pero la que espera que le den aunque sea parte del dinero es la pastora Irma, quien al separarse de su marido y coequiper en la rutina cristiana, se enfrentó a las dificultades de la indigencia.