En la audiencia con párrocos de su diócesis, Roma, Francisco destacó la importancia de la "misericordia" y contó una anécdota que involucra al sacerdote José Aristi, un sacerdote de la parroquia del Santísimo Sacramento de Buenos Aires, quien era muy conocido por ser un "gran confesor".

Francisco explicó que en aquella época era vicario general y que cuando supo de la muerte de ese sacerdote, acudió a la capilla ardiente y se sorprendió de que no hubiera nadie: "Solo dos viejitas que rezaban allí, pero ninguna flor", precisó.

"Y yo pensé -relató el Papa-: pero este hombre que perdonó los pecados a todo el clero de Buenos Aires, también a mí, ¿ni una flor?" Entonces fue a una florería cercana y compró flores. "Volví y comencé a preparar bien allí el féretro, con flores".

El vicario general pareció entonces ser víctima de la tentación: "Miré el rosario que tenía en la mano y de inmediato me vino a la mente ese ladrón que todos tenemos dentro, y mientras acomodaba las flores tomé la cruz del rosario, una cruz así, y con un poco de fuerza la arranqué".

Y luego de una epifanía: "Y en ese momento lo miré y dije: 'Dame la mitad de tu misericordia'. Sentí algo fuerte que me dio el coraje de hacer eso y hacer esta plegaria".