Un día como hoy pero de 1718 nacía John Montagu, IV conde de Sandwich, quien no pasó la historia grande de la humanidad por tal título nobiliario ni por haber ocupado cargos como el de primer lord del Almirantazgo y secretario de Estado del Imperio Británico.

Digamos para empezar que Montagu tenía una irrefrenable pasión por los juegos de cartas, por lo que la ciencia actual no dudaría en diagnosticarlo como ludópata.

Tanto es así que ni las necesidades primarias como el baño o el hambre le hacían abandonar la mesa en la que se desarrollaba la timba con sus amigotes, todos tan nobles como él.

Dicen, incluso, que Jorge II, segundo monarca británico de la Casa de Hannover, llegó a sentarse junto a quien por entonces sus vasallos ya llamaban “rey del escolazo”, con cierta pompa y no con poca sorna al mencionarlo.

Pero como tras horas de juego al conde entraba a picarle el bagre –entre otras partes del cuerpo–, dice la tradición que tras mucho reflexionar al respecto dio precisas indicaciones a los sirvientes.

La idea parecía tan sencilla y obvia que jamás se le ocurrió patentarla –aunque plata no le faltaba–: una lonja de carne entre dos panes, de modo de no ensuciarse las manos y andar engrasando los naipes.

Así pues y en honor a tan grata ocurrencia, cada 3 de noviembre se celebra en el mundo el Día del Sandwich… Y a esta altura, hasta el menos espabilado habrá descubierto porqué el sandwich se llama ídem, ¿no?

Y hablando de sánguches, ¿sabés cuál es el más grande del mundo? Se hizo en 2015 en México y hoy está en el Guinness, con 400 kilos de jamón de pavo, 200 kilos de queso, lechuga y mayonesa entre dos rebanadas de pan de 700 kilos cada una.

Pero la Argentina tiene su propio récord: el sánguche de milanesa más grande, con 169 kilos y 4,10 metros de largo, del que podrían comer unas 500 personas… Toda una proeza realizada hace pocos años en la ciudad cordobesa de Villa María.