Roberto Fernández Montes estaba durmiendo con el enemigo sin saberlo. En ese mismo domicilio donde su yerno, Santiago Corona, lo mató estuvieron conviviendo meses atrás. Pero todo se terminó cuando el empresario descubrió que Corona lo estaba estafando.

En una charla previa con su hija, Montes le djo: "Tranquila, este es un estúpido, no puede matar a nadie", como respuesta a algunas amenazas que había propiciado Corona luego de que descubrieran sus manejos con el dinero de la empresa.

"Decile a tu papá que deje de ensuciarme porque el que va a terminar preso es él, voy a llevar todo a la Justicia. Que no se meta conmigo", dijo Corona en un mensaje de voz que envió a Giselle, su cuñada y la hija menor de Fernández Montes. 

"Roberto se dio cuenta de que algo andaba mal cuando se rompió una máquina y llamó al seguro. Le dijeron que hacía meses que no se pagaba", contaron allegados a la familia a un matutino local.

"La violencia fue creciendo. Al principio traté de apelar a su costado emocional, que pidiera disculpas y devolviera la plata. Pero a medida que aparecieron las pruebas se iba poniendo más agresivo", contó a Clarín Natalia Fernández (34), hija mayor de la víctima y esposa del acusado por el crimen.

Corona y Fernández Montes convivieron dos años en Aranguren 36, el lugar que terminó siendo la escena del crimen. Fue antes de que el acusado y su esposa compraran el departamento que compartieron hasta el domingo.

Tanto conocía Corona los movimientos de ese edificio que sabía que hacía tiempo las cámaras de seguridad no funcionaban. De lo que nunca se enteró es que las habían arreglado el mes pasado. Por eso se mostró por los pasillos, el ascensor y el garaje arrastrando el cuerpo.