Débora a los 15 años vivía en un barrio de Sao Paulo, Brasil, cuando subió a sus redes sociales una fotografía de ella misma con unos anteojos de sol. Primero recibió varios 'me gustas' pero con el tiempo muchos conocidos empezaron a compartirla. El fenómeno viral sucedió. Conforme pasaba el tiempo se hacía exponencial.

 "Me sentía fea, humillada, menos que otras niñas de mi edad", le dijo a la BBC Débora, que ahora tiene 22 años. "Los comentarios sobre los memes con mi foto hablaban mucho de mi apariencia y eso me molestaba", añadió. "No tenía fuerzas para nada. Lloraba y lloraba y me culpaba por haber compartido esa foto".

En ese tiempo, abandonó la escuela, dejó de salir y pensó en el suicidio. Hace unas semanas, unos siete años después, Débora vio cómo volvían a utilizar su foto para un meme en las redes sociales. "La foto la habían dejado de utilizar, pero hace poco la volvieron a compartir en Facebook y en Instagram", señaló.

"Las redes sociales pueden tener un peso muy grande en la vida de una persona. Esa ridiculización de alguien, que antes ocurría pero en menor escala, ahora tiene unas proporciones mayúsculas, porque basta un clic para compartir una foto", explicó.

"En los memes puedes ver el racismo porque siempre ponen a las chicas blancas como lindas mientras que yo soy la fea. Podrían poner a una mujer negra como guapa, pero no lo hacen. Por todo lo que he pasado y todavía estoy pasando, me doy cuenta que es fundamental luchar contra el racismo", reclamó.