Se saludaron con códigos de encuentros pasados, dijeron conocerse desde hace veinte años, se tutearon con simpatía, pero eso no evitó que con el correr de la charla al aire no se calentaran los ánimos y se tiraron con munición gruesa.

Lo que parecía que comenzaba como un triunfo fácil de Cachanosky por los errores históricos de Duggan fue revertido con maestría por el periodista que lo llevó al terreno filosófico de la economía y lo destruyó.

Una charla imperdible.