Cuando el Gato Sylvestre le preguntó por el camarista Gustavo Hornos, el flamante ministro de Justicia Martín Soria, no tuvo demasiados ambages para explicar cómo fue su caso y cómo se debe proceder de ahora en más.

Tiene por delante una tarea difícil, remover una forma de relacionarse del Poder Judicial con los dueños del poder real en el país. Y terminar con una práctica nociva que se utilizó en los últimos años en sudamérica, el lawfare, para perseguir a los gobiernos nacionales y populares.