No es discurso de odio pero marida perfectamente con él, ya que las preguntas supuestamente ingenuas generan el clima adecuado para que las manifestaciones más funestas y las teorías conspirativas crezcan libremente.

Como si estar a punto de sufrir un atentado para terminar con su vida no fuera motivo suficiente para retirarse hasta que se calmen las aguas y se decida qué estrategia tomar, María Laura Santillán deja caer sus dudas para que rieguen el terreno fértil de la desconfianza