El sartenazo que dio Javier Milei en el escenario de la política nacional -que desde hace unos diez años viene acomodada al juego de la alternancia de la grieta- fue tan grande que las esquirlas volaron por el aire y todo se está reacomodando.

El peronismo entró en estado de dolorosa reflexión y recomposición sin abrir heridas internas. Pero la aparición de un renovado Mauricio Macri alteró todo, decidió la elección y ahora quiere hacerse fuerte en el nuevo gobierno, donde encontró en el peronismo federal de Juan Schiaretti una hábil competencia.

Los que quedaron huérfanos y a la buena de Dios son el sector larretista del PRO, la Coalición Cívica -que ya se bajó de Juntos por el Cambio, y la UCR, que con gobernadores como Pullaro quieren tomar distancia y no subirse a un tren que no es el propio.