Está bien que el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, se muestre confiado en que la cámara que preside vaya a aprobar la ley ómnibus enviada por el Ejecutivo y que en su primer artículo reclama facultades extraordinarias relegando al mismo Congreso a un segundo plano.

Pero a Antonio Laje no le daban los números y le pidió que le explicara cómo era que llegaba a esa conclusión.

Y el tema es que Menem confía en que tanto el bloque de Miguel Ángel Pichetto como el radicalismo estarían apoyando la sanción de la ley cuando en realidad ninguna de esas premisas es correcta o al menos no están confirmadas. De hecho ya hubo radicales que se mostraron disconformes con el proyecto.

Al final parece que la convicción de Martín Menem más que un análisis terminó siendo una expresión de deseo.