Es su estilo, el que lo hizo darse a conocer y aparecer como un cordobés gracioso y entrador, cuando fungía de progresista.

En los últimos años mostró su verdadera cara, con insultos xenófobos contra bolivianos, escándalos diplomáticos por sus frases despectivas contra los ecuatorianos cuando era embajador en ese país, y agresiones gratuitas hacia los que no piensan como él.

Ahora se la agarró contra Alberto Fernández por su discurso en el Congreso, pero en vez de debatir ideas no se le ocurrió otra cosa que insultarlo.