Si la intención era dar la cara para afrontar la situación, mostrar presencia y carácter, establecer el orden, la salida de Axel Kicillof fue impecable.

Contó detalladamente cómo se fue armando un clima con denuncias falsas, fake news y llamados anónimos para generar la sensación de estar viviendo un deja vu de diciembre de 2001, forzando un malestar que existe pero está lejos de dispararse hacia ese lado si no está direccionado.

El epítome de esa sensación lo dan los saqueos, porque tienen la capacidad visual de transmitir una serie de sensaciones condensadas en una sola escena.

Pero para que la chispa que los hace explotar se encienda se necesitaron punteros políticos orquestados atrás de un móvil claro de desestabilización.

Kicillof no solo lo detalló sino que explicó cómo fue el operativo que los resolvió, y se mostró atento a nuevos intentos del mismo tenor.