La preocupación del papa Francisco por la situación de Milagro Sala ya trasciende las fronteras argentinas e incluso del Vaticano. La semana pasada, el diario británico The Guardian destacaba el interés de cabeza de la Iglesia Católica sobre la detención arbitraria de la referente social y parlamentaria del Mercosur.

Para confirmarlo, en las últimas hora se supo que el Pontífice usó a uno de sus más estrechos colaboradores, Enrique Palmeyro, un argentino que es número dos de Scholas Occurrentes, para enviarle a la líder de la Tupac Amaru un rosario bendecido.

Palmeyro visitó el campamento que distintas organizaciones sociales habían montado en Plaza de Mayo para pedir la liberación de Sala y, a través de allegados, le transmitió a la dirigente social el mensaje de Francisco: "Está muy preocupado por su situación".

Milagro está detenida en Jujuy desde el 16 de enero, por orden directa del gobernador macrista Gerardo Morales, y aunque se había decretado su liberación, inmediatamente le imputaron delitos que lo impiden: asociación ilícita, fraude y extorsión. Sin embargo, todavía nadie presentó pruebas materiales que acrediten esos delitos.