El diario Página 12 ventiló una causa que cae sobre el presidente de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere, y su familia. Estos fueron denunciados por el supuesta redericcionamiento de un caudal de dinero, obtenido a través de un préstamo para su estancia Las Margaritas, hacia otra compañía con la que concretaron negocios.

El terrateniente está siendo investigado penalmente por el delito de administración fraudulenta, junto a sus hermanos Arturo Sebastián y Juan Diego Etchevehere y la madre de los tres, Leonor María Magdalena Barbero Marcial.

La demanda está radicada en el Juzgado de Instrucción No 3 de Entre Ríos, a cargo de Alejandro Diego Grippo. La causa busca determinar las oscuras maniobras financieras de la estancia Las Margaritas S.A., que cuenta con 5000 hectáreas en donde se explota la agricultura y a la ganadería.

El diario Página/12 pudo acceder al expediente judicial No 55.212, en el que se investiga si los demandados enviaron dinero de un préstamo millonario del Banco Itaú al que accedió Las Margaritas hacia otra compañía, Construcciones del Paraná S. A. Dicho procedimiento está prohibido por la Ley de Sociedades Comerciales y penado como defraudación en el Código Penal.

La estancia, intervenida a raíz de un juicio sucesorio, es investigada para ver si se inflaron costos para reducir así los márgenes de ganancia y, si así fuera, se penaría como una posible evasión fiscal.

Juan Diego Etchevehere es uno de los directores de la estancia y presidente de la Fundación Pensar (PRO) en Entre Ríos y Arturo Sebastián, ocupa un lugar en la junta de directores de Adepa. En la nota de denuncia, el diario cuenta una intrincada historia familiar ya que, la hermana de Etchevehere, es quien lleva adelante la querella contra los otros accionistas de Las Margaritas, por considerar que ellos cometieron fraude fiscal al contraer créditos para sus propios beneficios. La misma no aparece con nombre ni apellido ya que su familia le aplicó un “bozal legal".

Según Página, se comenzó a investigar a los Etchevehere en el momento en que se vendieron 60% de las acciones de El Diario de Paraná al financista santafesino Walter Grenón y crearon, con ese dinero, una empresa para transferir inmuebles que eran parte del capital accionario del diario.

Lo llamativo es que vendieron su parte, que incluía los inmuebles, para luego “volverlos a comprar”. El expediente también indica que, del balance societario cerrado en diciembre de 2011, surge que la sociedad incrementó su pasivo de 447.303 pesos a 1.747.511 pesos.

El endeudamiento se originó en los préstamos tomados en el Nuevo Banco de Entre Ríos S. A. por al menos 500.000 pesos y en el Banco Itaú por 1.066.000 pesos. En los mismos asientos contables figura el ítem Cuenta Particular de Accionistas, es decir, dinero retirado por los demandados, por 1.066.000 pesos. La querella preguntó en el expediente por qué habían solicitado ese crédito y luego retirado el dinero, sin ser aprobado en asamblea. La respuesta que le dieron al juez fue que “esa plata había sido solicitada para sembrar pero, como el clima fue desfavorable, la usamos para otro negocio”.

La empresa Construcciones del Paraná S. A., fue creada el 2 de agosto de 2011 y hasta la fecha no registra movimientos. La misma adquirió inmuebles por 4,5 millones de pesos.

La querella también interpeló al contador Guillermo Budasoff, quien está al frente del estudio contratado por el grupo Etchevehere. Él es la cara visible del estudio que tenía Julio Rubén Budasoff, quien perdió su licencia al ser condenado por evasión tributaria. Guillermo Budasoff tampoco respondió las dudas surgidas en el balance cuestionado.

Pero la investigación va más a fondo. Los registros del Banco Central indican que hasta diciembre del 2011, Las Margaritas tenía deudas con los bancos Bersa, Itaú, Credicoop, HSBC y Patagonia por 2.291.400 pesos, una diferencia de 543.888 pesos con lo que aparece declarado en el Balance de ese año. Números sospechosos y una investigación que puede hundir al líder y representante de la Sociedad Rural Argentina, sector de clásicos y, en su mayoría, antidemocráticos terratenientes.