En esos años, cuando todavía se desconocía el rumbo que efectivamente tomaría el proyecto político de Néstor y Cristina Kirchner al mando de la Nación, el entonces presidente realizó un sentido discurso que inauguraría una nueva etapa en materia de DDHH y la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia como política de Estado.

Con los años, la forman en que Néstor agarraba el atril con sus manos, se volvió un ícono de la forma en que el mandatario que gobernó entre 2003 y 2007 sentía en carne propia lo que le pasó a las víctimas de genocidio cívico militar.