Juntos por el Cambio tuvo un cachetazo de realidad. Además de perder la provincia y la ciudad de Córdoba se les derrumbó el castillo de cartas que era su armado político.

Las urnas demostraron que no es suficiente el apoyo de figuras nacionales para una provincia que tiene su propia idiosincrasia. Como las encuestadoras les daban la razón creían que su candidato ganaba cómodo y todos viajaron a la provincia a festejar.

Pero el Pitu les dio un baño de realidad al explicarles que no se puede militar una elección provincial desde CABA  y que el peronismo fue casa por casa demostrando que la vieja militancia es más efectiva.