El ministro fue claro al condenar la toma de tierras pero no sólo desde una lógica de valor de la propiedad privada sino desde una concepción política, entendiendo que no es una solución un terreno sin servicios para la crisis habitacional.

Si bien tomó distancia de la posición de Berni, no descartó que también hubiera quien quisiera sacar su propio beneficio de estas acciones.