Alguien tenía que decirlo con todas las letras y fue Gabriela Cerruti la encargada de manifestarlo de una manera concluyente.

Así dejó en claro el malestar del Gobierno por el aprovechamiento electoral de la oposición por el crimen del kiosquero de Ramos Mejía Roberto Sabo, amplificado por los medios hegemónicos.

Y la portavoz de la Presidencia le puso adjetivo a ese malestar gubernamental: asco.