En las derrotas hay dos tipos de defensa, la depresión que trae los peores pensamientos o la maníaca, que calma la angustia apostando a un futuro que muestra otra realidad.

Algo de esto parece estar experimentando Elisa Carrió, al no poder dimensionar la magnitud del golpe recibido el domingo pasado.

Por eso, al salir de la reunión en la quinta de Olivos dejó una premonición desesperada.