Se van calentando los motores. Después del sartenazo que recibieron los dos grandes espacios que dominaban el escenario político y comenzaban a alternarse en el poder, apareció un disruptivo que se convirtió en el cisne negro de las elecciones.

Si bien todos consideraban que a pesar del fracaso de sus franquicias en las elecciones provinciales iba a conseguir un caudal de votos como para tener en cuenta, e incluso Cristina Kirchner había pronosticado que sería una elección de tres tercios, nadie imaginó el resultado.

Con los números puestos, Patricia Bullrich quedó en un incómodo lugar, arrinconada entre el centro de Sergio Massa y la ultraderecha de Javier Milei, con lo cual le cuesta entender hacia donde moverse.

Por el momento ha optado por tirar piñas para todos lados y lo mismo hacen sus seguidores influyentes, como Juan José Campanella -un eterno antikirchnerista sangre azul- que dirigió la cámara sobre el libertario y empezó a trabajar sobre sus contradicciones, un terreno fértil donde ir a traccionarle votos.