Este fin de semana, el factótum macrista Jaime Durán Barba escribió una columna en Perfil donde, lisa y llanamente, describe el futuro después del 10 de diciembre próximo, cuando aventura un triunfo electoral y la asunción de Cristina Fernández de Kirchner.

Más que de un nuevo gobierno de Cristina, obviamente, el ‘genio’ ecuatoriano habla de sus propios miedos ante una eventual y probable derrota de Mauricio Macri: se quedaría sin conchabo.

Le fue posible inventar promesas, pero le es imposible reinventar una realidad de promesas incumplidas y de crisis y recesión. Solo sobre la base de destruir a la adversaria puede el macrismo conservar cierto margen de esperanza para continuar con el ajuste interminable.

“Si Cristina gana las elecciones, cambia la Constitución, como anuncia, y arma a los barras bravas, a su Vatayón Militante de presos comunes, a los motochorros y a grupos de narcotraficantes para que maten a sus opositores tendríamos una guardia semejante” a los “guardias revolucionarias paramilitares” que, según Durán Barba, asesinan “en masa” en Venezuela.

“Si radicaliza su posición revolucionaria podría participar directamente del negocio del narcotráfico como lo hace la cúpula militar venezolana, apresar a los jueces que combaten el delito como anunció uno de sus voceros y dictar una amnistía preventiva para todos los asesinos y narcotraficantes. Sería una iniciativa revolucionaria novedosa del garantismo al frente del Ministerio de Justicia”, prosigue.

Se trata simplemente de una diatriba que lleva la campaña del miedo a límites insospechados; se trata de una invectiva desesperada de parte de quien ha creado al monstruo y ahora no sabe cómo mantenerlo vivo más allá de la voluntad popular.