Nunca dudó que a Evo Morales le habían robado la elección. Lo dijo en su momento, lo recibió como exiliado político, y lo repitió al llegar a Bolivia para la asunción de Luis Arce.

Pero el compromiso de Alberto Fernández con Evo va más allá, y se comprometió a acompañarlo en el cruce de La Quiaca a Villazón cuando el exmandatario boliviano regrese a su país.

El cruce tiene una carga simbólica, pero también es un hecho político de trascendencia, y la presencia del presidente argentino le da un marco que excede el regreso de un militante político.