Desde hace algunos años, periodistas, analistas, consultores y políticos argentinos empezaron a poner especial énfasis en las visiones dicotómicas que existen en nuestro país a la hora de proyectar y opinar sobre las decisiones políticas, económicas y sociales, lo que rebautizaron como la “grieta”.

Hablo de “rebautizar” porque las diferentes visiones de país estuvieron siempre presentes en nuestra Historia desde antes de las mismísimas luchas independentistas. Existían ya previo a 1810 posiciones irreconciliables como las de Moreno y Saavedra: mientras el primero alentaba ideas progresistas y revolucionarias que alentaban la conformación de un gobierno totalmente patrio, Saavedra perseguía un plan conservador que respetara el vínculo colonial con España y la autoridad del Virrey Cisneros.

Luego de la revolución de Mayo, Unitarios y Federales se dividieron a partir de sus diferentes visiones de país y los intereses que los movilizaban. Con el correr de los años, dentro del movimiento conocido como la Generación del ’37, Alberdi y Sarmiento también mostraron sus diferencias irreconciliables a la hora de pensar en la construcción de una Nación. La expresión “civilización o barbarie” también resumió posturas contrapuestas y tuvo claros vencedores y vencidos.

Ya en el siglo XX, la irrupción de los grandes movimientos políticos populares como la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista, que reivindicaron sectores invisibilizados por el poder conservador de turno, no pretendieron “superar la grieta” sino que tomaron una postura firme y definitiva en defensa de los sectores populares.

En cualquier recorrido por la historia política argentina que se haga, no importa donde uno se detenga siempre habrá visiones antagónicas. Siempre habrá una visión conservadora que defienda el poder de turno, sus intereses y privilegios, y otra que intente reivindicar derechos de sectores desposeídos y populares.

La “tercera vía” que pretende “superar la grieta” es sencillamente una entelequia construida por consultores y asesores que desconocen la Historia argentina. En el territorio, en los barrios, en la mesa de cada familia argentina, esa tercera vía es sencillamente inexistente: solo hay una gran porción de indecisos que deberán tomar una decisión en fechas más cercanas a las elecciones.

Por ello, me animo a afirmar que el Peronismo Federal no existe como espacio político alternativo sin el kirchnerismo. Puede haber matices y claras diferencias de forma, pero para quien tenga diferencias de fondo, su lugar es al otro lado de la “grieta”.

Ningún gobernador peronista que pretenda ser electo o reelecto en su provincia puede prescindir de buscar la unidad con todos los sectores, incluido el kirchnerismo. De lo contrario, tendrá serios riesgos de quedar en el intento, vencido a manos de Cambiemos.

El de este este año será un capítulo más en la política argentina: cada elector y cada candidato debe elegir de qué lado de la Historia quiere estar.