Y un día oímos todas y cada una de las cosas, de las pocas cosas en las que estamos de acuerdo en este país y en esta parte del mundo:

Que los buitres especulan con el hambre de los países periféricos.

Que las guerras son un negocio y se inventan malos malísimos para bombardear, invadir, destruir, para que después vengan las empresas multinacionales a reconstruir países con la mano invisible del mercado.

Que el mercado es asesino. Que si no pagamos nos matan y si pagamos también.

Que qué piolas son si sólo cinco países tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y el Reino Unido no respeta tantas resoluciones por Malvinas para sentarse a negociar que ya son más que los kilómetros que separan a los piratas de nuestras islas.

Que qué es esa puesta en escena de decapitar gente en vivo.

Que las series que nos entretienen son una pequeña realidad de la ficción en la que se ha convertido esta violenta realidad ficcionada.

Que quién le compra el petróleo a los terroristas. Que violencia engendra violencia, y violencia es mentir.

Que nuestro amo juega al esclavo así, inventándose enemigos de un año al otro.

Que por qué no nos podemos reunir con Irán y ustedes sí.

Que Palestina debe ser Nación e Israel tiene derecho a habitar sus fronteras, pero que no se paran bombas tirando más bombas ¡Y menos sobre niños inocentes!

Todo eso escuchamos como verdades, de a veinte o más.

Y también, que disculpen pero que no somos tan optimistas para no pecar de ingenuos.

Que gracias por el apoyo, pese al lobby y las amenazas para que ni siquiera se vote a favor de nuestro país y en contra de los buitres.

Que gracias aunque quizás no sirva de mucho. Aunque vamos, no bajemos los brazos, que depende de nosotros, los que gobernamos, quedarnos en discursos anuales en atriles de mármol que huelen a azufre o, actuar y cambiar el mundo de una buena vez.

Y que miren que algunos, los periféricos, los subdesarrollados, estamos en eso, empezamos hace años y vamos por buen camino...

Más allá de que minen nuestro camino, con buitres terroristas que quieren volver a hambrearnos de puro especuladores que son.

Quedará colgado de esa línea de tiempo el discurso que ofreció en septiembre de 2014 la presidenta de los argentinos. Una tras otra oración, fiel conclusión de todas las conversas y roscas y charlas calienta sillas que escuchamos en nuestra vida de la boca de un sinfín de paladines de la justicia.

Perorata de hacedores de destino sembrándose los bolsillos. Convicciones notables, pero sólo de la boca para afuera.

A todos escuchamos en básicas o comité o claustros este tipo de cosas. Desde dirigentes juveniles, socialistas, de izquierda, radicales, moralistas, hasta activistas de derechos humanos, peronistas, intelectuales, escritores, eruditos, bienpensantes, socialdemócratas.

Todo esa cháchara convertida, sí, en discurso como puñal, de quién con su desnudez se juega el resto aunque se parta la garganta. Dicho allí, de una vez ¡para siempre, para la posteridad! en la casa del dueño del mundo, en su teatro -la ONU-, un teatro antidisturbios.

Vencedores o vencidos. Yo escuché eso de la boca de Cristina Fernández de Kirchner, así de clarito. Y que la cuenten como quieran.