Todos no, porque no son Cristina los marchantes del silencio más gritado e hipócrita; y no lo son quienes se arrogan “todos somos” para fingir amalgamas funerarias de un inestable muerto, cuyo lugar en la anécdota es más seguro que su lugar en la historia.

 

Por eso casi todos, pero no todos, somos Cristina. Y ese “casi” es suficiente y es mucho. Es un “casi” de amplitud democrática que no impide que se tramen contra ella denuncias y conspiraciones mediáticas. Tener que asumir que el periodismo topo es subterráneamente más abundante y vil que el de los propios topos de madriguera, revela la involución del oficio. En el periodismo es donde más ha sucumbido la condición humana y en consecuencia ha sucumbido su público. Estamos conjuntamente sucumbidos y el resultado es el rating, que cuanto más premia más humilla. Este texto participa de ese descenso pero al menos avisa.

 

De cierto Poder Judicial tampoco sabíamos, con la certeza de hoy, a qué grado de golpismo reptan quienes simulan defender su toga mientras están acumulando privilegios. De la oposición legislativa no se puede decir aún hasta que intolerable límite excretará su discordia. Desde el oscuro estado de ánimo que la incita todo futuro carecerá de alegría.

 

Por eso los “casi todos somos Cristina” no competimos con los que siempre claman “yo soy tal o cual” a coro con las corporaciones y extranjerías que les imponen obediencias. Ni competimos por ningún grado de histeria orgásmica política usando el palabrerío nazi que a ellos les sale de las bocas; ya que les viene incluido en la saliva. Claro que les costará entender el “casi”. No se les ocurre que en la práctica supera a cualquier “todo” hipotético.

 

A la presidente la amenazan con un muerto al que mantienen artificial y fiscalmente caliente. Pugnan por asustar con un “cuco” que se asustó de si mismo, inmodestamente. Ya que para asustar hay que poder ser temible. Y además la quieren perseguir con un fantasmita de celulares múltiples, que cuando se haga visible y hable o calle será un fraude a la inteligencia.

 

Así, habrá que esperar a octubre. Sí, hasta octubre. Cuando se esfumen la fauna cadavérica y sus necrófagos afines. Con más necrofagia explícita en algunas opositoras parlamentarias que se disputan sin pudor la última mirada del extinto. Mientras tanto decimos “ casi todos somos Cristina”. Porque decir “todos somos” -sin el casi- desmejoraría la autenticidad del contenido.

 

Y para qué, si ese todo no nos hace falta.