La demostración de que la música es más sentimiento que destreza, se hizo científica. Al menos, para los guitarristas. Un estudio realizado a 12 pares de músicos en Alemania demostró que los 'violeros' son personas más intuitivas y espirituales que el resto de las personas.

El estudio consistió en el escaneo cerebral cada pareja de intérpretes, tocando la misma melodía y resultaron dos descubrimientos esenciales: su actividad neuronal puede sincronizar no solo mientras están tocando, sino incluso unos instantes antes de comenzar la pieza. Por lo tanto, es obvio, que pueden leer la mente de los demás, casi tan fácilmente como una partitura determinada.

Esta sincronización está intimamente relacionada con las habilidades sociales y el logro de un sonido bien ajustado en un grupo.

El segundo descubrimiento es que cuando el músico toca las cuerdas, desactiva la región del cerebro que se apaga al alcanzar una meta, marcando un salto del pensamiento consciente al inconsciente en un instante. Ellos pueden cambiar el lado creativo por el práctico con mucha más facilidad que cualquier otro mortal.

El caso insignia, por el cual los genios de las cuerdas se sienten representados, es el de Pat Martino. Desde muy joven, este guitarrista de jazz de Philadelphia sufrió la pérdida del 70 por ciento del lóbulo temporal izquierdo luego de un derrame.

Tras la cirugía, no podía tocar su instrumento, aunque luego de dos años logró volver a aprender la técnica, como un increíble ejemplo de  plasticidad cerebral. Él encarna la representación de que la música no es sólo una habilidad, sino una manera de vivir.