Nicolás se suicidó en 2005, a los 21 años, luego de que le robaran la moto, única fuente de laburo con las que repartía pizzas. Tenía una hija de un año con una novia de la que se había separado, una familia "devastada" -a decir de una de sus hermanas-, y serios problemas económicos.

Eso lo colmó, en medio de una tormenta familiar de años que incluía un padre viviendo en España, la madre, -exferroviaria- haciendo changas, y las hermanas rebuscándose la vida.

A Nicolás lo sobrepasó la situación, su mejor amigo "estaba preso por estar en el lugar equivocado en un momento inoportuno", y se quitó la vida. Así sin más. 

Diez años después, a Tania y Nadia, dos de sus hermanas, se les ocurrió que "a Nico, fanático de Los Redondos y del Indio, le gustaría descansar allí, en un recital al que nunca pudo ir". 

En esta entrevista con el Suple Tania cuenta cómo se les ocurrió llevar las cenizas de su hermano a un recital del Indio -al que nunca pudo ver en vivo-, junto con su hija de ya 11 años. Cómo armaron el viaje y quiénes las ayudaron para cumplir el deseo repentino que las asaltó en medio de tanta angustia para desparramar las cenizas de Nicolás en el viento, como solo sopla el viento en un pogo de Ji ji ji.