Según informó la fiscalía de transporte del distrito federal de Siberia, los pasajeros del avión Tú-134 tuvieron que empujar la aeronave para que pudiera despegar del aeropuerto de la ciudad rusa de Igarka, ya que el remolcador no tuvo efecto alguno.

"Según datos preliminares, la temperatura ambiente había caído hasta los 52 grados bajo cero, lo que habría provocado la congelación del sistema de frenos del tren de aterrizaje", dijo la fiscal, Oxana Gorbunova.

Por este motivo, los pasajeros decidieron ayudar y se bajaron a empujar, una acción que la fiscal consideró “inadmisible”, ya que “podría haber resultado dañado el fuselaje del avión”.

A partir de este hecho, la fiscalía siberiana abrió una investigación para establecer si los servicios del aeropuerto, la tripulación del Tu-134 y sus pasajeros incurrieron en un delito de violación de las normas de seguridad de vuelo.

Más allá de eso, la intervención de los pasajeros hizo que el avión pudiera salir del estacionamiento y emprender el vuelo a Krasnoyark, su punto de destino, donde aterrizó sin novedad.

Por su parte, la compañía aérea “Katekavia”, a la cual pertenece el aparato, se mostró disconforme con las conclusiones preliminares de la fiscalía. "El avión estaba en perfectas condiciones técnicas y no pudo haber quedado congelado sobre la losa, ni tampoco pudo haberse congelado su sistema de frenos", dijo a la agencia Interfax el director del aérea técnica, Vladímir Artiomenko.