Una vez desprendido de las plataformas artificiales submarinas en las que permanecía apoyado el Costa Concordia, el plan de rescate proseguirá con su elevación con ayuda de grandes contenedores metálicos y con su traslado 30 metros mar adentro en dirección Este.

Tras la operación de reflote, el crucero será trasladado a Génova para ser desguazado, tal como anunció el primer ministro italiano, Matteo Renzi, el pasado 30 de junio.

"El Concordia se ha desprendido un metro del falso fondo en el que permanecía apoyado desde el pasado septiembre. Estamos extremadamente satisfechos con los resultados obtenidos", afirmó en rueda de prensa el responsable del proyecto, Franco Porcellacchia.

El administrador delegado de Costa Cruceros, Michael Thamm, afirmó que "el coste de las operaciones es difícil de estimar" porque "hay daños colaterales", aunque sí aseguró que "el impacto es sustancioso", considerando que alcanzaría unos 1.500 millones de euros.

En tanto, el excapitán del crucero, Francesco Schettino, el principal acusado por el hecho que costó la vida a 32 personas, hizo recaer toda la culpa sobre la tripulación del barco.

"Toda la culpa es de mis oficiales. Estábamos a media milla de la costa y a esa distancia el mando de la nave estaba encargado a los oficiales de guardia", explica Schettino en una entrevista que brindó a la prensa local.

"Nos encontramos con las rocas y nadie dijo: 'cuidado, estamos a una distancia mínima, atención...' El comandante Gregorio de Falco me confirmó por teléfono que las patrulleras no iban a socorrer a los náufragos por miedo", dijo el excapitán.

Además confesó que no se dio cuenta de la situación hasta que no vio la espuma del mar, señal de su proximidad a la costa. "Ordené que el timonel se acercara primero a la derecha para evitar el problema y después a la izquierda para evitar la sacudida de las aguas en la popa".