Para la policía Alfred Olango se comportó de "manera sospechosa" y recibió cinco balazos en el estacionamiento de un centro comercial de San Diego. 

Una testigo informó que la hermana de la víctima había pedido ayuda ya que él  requería de atención médica por una posible convulsión. Olango estaba desarmado y falleció horas después en un hospital debido a su estado crítico tras los balazos. 

El portavoz del Departamento de Policía de San Diego, Rob Ransweiler comentó que a Olango se le pidió que alejara las manos de la cadera por su comportamiento "errático" pero no confirmó que la víctima portara un arma. Por otro lado, desmintió la denuncia de varios testigos que aseguraron que los agentes involucrados les habían confiscado los teléfonos cuando intentaron grabar lo que estaba sucediendo. 

El incidente generó de inmediato manifestaciones contra los uniformados en lo que parece ser un nuevo caso de gatillo fácil racista.