La huelga y acampe de maestros mexicanos, que implicó violentos disturbios con ocho muertos y cientos de heridos en Nochixtlán, en contra la reforma educativa está afectando negativamente la vida social de la bella ciudad de Oaxaca. 

"La actividad turística es muy baja. El turismo ya no viene", lamenta un trabajador de un hotel que teme perder su puesto de trabajo. Muchos restaurantes ya decidieron cerrar sus puertas, algunos a la espera de que el conflicto se solucione pronto; mientras siguen bloqueadas numerosas carreteras como parte de la resistencia de los maestros. 

El próximo 25 de julio hasta el 1 de agosto tendrá lugar en la ciudad,  la Guelaguetza que es  la máxima fiesta local en la que las 16 etnias indígenas de ese estado presentarán como todos los años sus bailes. Sus organizadores están preocupados ante el acampe y la falta de turistas. 

La Sección 22 del sindicato de maestros de Oaxaca, la rama más combativa, exige la derogación de la reforma educativa aprobada en 2013 en una situación de crisis que se apodera de la sociedad mexicana mientras ya se habla de pérdidas económicas por 1.700 millones de pesos (90 millones de dólares) en el estado.

"Todo gira en torno al maestro: su ascenso, su perfil, contrato de trabajo, examen que apruebe para su estabilidad laboral. Por donde lo busques, nada educativo tiene la reforma", dice el maestro jubilado Celso Cruz, de 56 años, que apoya las protestas.

Oaxaca ya en 2006 había vivido bloqueos por reclamos salariales de los maestros durante cinco meses; pero ahora la protesta vigente desde el 15 de mayo no cede ante las presiones del resto de la sociedad que empieza a ver afectada su economía.