A Jeanine Áñez alguien cercano le mostró un espejo cargado de ego preguntándole quien era la persona más importante de Bolivia y no pudo resistir a la tentación de creérselo. Tanto se lo creyó que en enero de este año lanzó su candidatura a las elecciones imaginando un escenario donde los votos le llovían y todos le agradecían haber salvado al país.

En septiembre aceptó la dura realidad y declinó su candidatura pera ver, días más tarde, como todos sus temores se hacían realidad y el MAS volvía a ganar las elecciones coronando a Lis Arce como presidente.

Pero aún se dio un capricho, y antes de que el encanto termine hizo un último gesto e invitó a la fiesta a los que ella quiso.