No es el paraíso porque está en la Tierra, pero bien podría parecerse. Se trata de Marinaleda, un pueblo de 2.700 habitantes situado a 70 kilómetros de Sevilla, en el sur de España.

A pesar de la crisis que atraviesa la península, no desempleados y los salarios son de 1.200 euros, independientemente de la tarea que realicen durante 35 horas a la semana en la cooperativa agrícola que produce aceite de oliva.

Además, no hay policías –porque no hacen falta– y los funcionarios que administran el pueblo no cobran sueldos ni dietas para su tarea, sino que trabajan en la misma cooperativa donde lo hace todo el mundo, cobrando los mismo que cualquier habitante.

Por otro lado, lo simbólico también es importante en Marinaleda: el sitio con mayor cantidad de grafitis dedicados al Che Guevara en el mundo; los muros, en tanto, están cargados de consignas socialistas y anticapitalistas, como el que muestra a jornaleros prendiendo fuego a tanques y misiles Pershing estadounidenses.

Todo conjuga lo que en Marinaleda llaman “Democracia Social”, entendida como “el acceso a todos los bienestares sin límites de la totalidad de los habitantes de nuestro pueblo”.

Para ello, tanto gobierno local como habitantes tienen en cuenta que “los bienestares colectivos deben soñarse por el pueblo y deben convertirse más adelante con lucha en realidad porque ninguna de las aspiraciones populares por aparentemente inalcanzable que parezca puede ser negada ni en el pensamiento ni en la acción por la izquierda si ésta es auténticamente revolucionaria”, según reza la declaración oficial.