En el barrio marginal de Kangemi, uno de los más pobres de la capital de Kenia, y ante miles de fieles, el papa Francisco pidió a los gobiernos que pongan fin a la "atroz injusticia" que padecen los barrios pobres que existen en todo el mundo, carecientes de los servicios básicos.

En su mensaje, el pontífice dijo que la marginación que sufren estos barrios son "heridas provocadas por minorías que concentran el poder y derrochan con egoísmo mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas y descartadas".

La situación es aún más grave cuando existe una "injusta distribución del suelo", que en muchos casos obliga a pagar alquileres abusivos por viviendas en condiciones "nada adecuadas", agregó, considerando especialmente grave la falta de agua potable, "un derecho humano básico que determina la supervivencia de las personas".

"Negarle el agua a una familia, bajo cualquier pretexto burocrático, es una gran injusticia, sobre todo cuando se lucra con esta necesidad", aseguró Francisco, apuntando a la violencia de las organizaciones criminales "al servicio de intereses económicos o políticos", que "utilizan a niños y jóvenes como carne de cañón para sus negocios ensangrentados", describió.

Como solución a los de barrios marginales, el Papa propuso desarrollar la idea de una "integración urbana respetuosa", descartando el paternalismo o la erradicación.

"Necesitamos superar la mera proclamación de derechos que en la práctica no se respetan, concretar acciones que mejoren el hábitat popular y planificar nuevas urbanizaciones de calidad para albergar a futuras generaciones. No es filantropía, es una obligación", concluyó.

La gira papal continúa en Uganda.