Siempre es difícil mensurar el nivel de impacto que tienen ciertas acciones en un sistema de gobierno que se cierra sobre sí mismo.

Cortarse un mechón de pelo puede significar poner en riesgo la vida o una pose de fácil solidaridad sorora, según en qué lugar del mundo lo hagas. No es lo mismo en Nordelta que hacerlo en un barrio de Teherán.

Nos falta tiempo y contexto para evaluar cuál será la huella que dejará la actitud de los jugadores del Esteghlal que conquistó la Supercopa iraní, de no festejar el titulo en solidaridad a las protestas pero no deja de marcar qué adentrado está el reclamo de apertura de una sociedad cansada de vivir bajo normas medievales.

Como un signo del estado de cosas, la transmisión oficial inmediatamente cortó las celebraciones que no fueron.