Tras la invasión de Irak, las fuerzas británicas la llamaron Camp Freddy, pero luego -en 2003- cuando los estadounidenses tomaron el control del lugar rebautizaron la prisión como Ronald Bucca en honor a uno de los jefes de bomberos que murió en Nueva York en el atentado de las torres gemelas.

Sus instalaciones, que fueron consideradas "modelo", albergaron  nueve miembros de la cúpula del Estado Islámico (EI) según los informes de inteligencia de Soufan Group.

El líder del grupo yihadista, Abu Bakr al-Baghdadi, autoproclamado califa y "líder de todos los musulmanes", por ejemplo, permaneció en la prisión, situada a las afueras de la ciudad sureña de Basora, cinco años. Otro de los presos fue Abu Qasim, líder de los combatientes extranjeros junto con miembros de Baath, el partido del líder iraquí Saddam Hussein,y fundamentalistas islámicos.

"Antes de su detención, Al Baghdadi y otros eran radicales violentos (...), pero su tiempo en prisión hizo más profundo su extremismo y les dio la oportunidad de aumentar el número de seguidores", escribió el antiguo militar Andrew Thompson en en diario The New York Times en noviembre de 2014, indican en la BBC.

Para muchos la prisión fue una "Universidad para terroristas" que podían comunicarse de manera constante e incluso realizar intercambios con el exterior de manera frecuente.

"Estos extremistas estaban básicamente gestionando una universidad para entrenar terroristas en nuestras propias instalaciones", admitió David Petraeus, el general que lideró la operación de EE.UU. en Irak.

El Estados Islámico es un grupo que en pocos meses amasó una fortuna calculada en US$2.000 millones y que  controla amplios territorios de Siria e Irak con unos ocho millones de habitantes.