El Imperio Otomano era, desde 1914, uno de los actores protagónicos de la Primera Guerra Mundial. Sus ejércitos sufrían las derrotas de la Rusia Zarista mientras la comunidad armenia se había armado para resistir a los musulmanes.

El 27 de mayo fue aprobada la Ley de Traslado y Reasentamiento, que le dio un "marco legal" al exterminio de armenios que pasaron a ser culpabilizados por las derrotas militares.

Primero asesinaron a los representantes más destacados de la comunidad y despojaron a las familias de sus bienes.  A los sobrevivientes los obligaron a emprender largas marchas por el desierto, en dirección a Siria.

Muchos morían en el camino o llegaban exagües a destino. Se cree que un millón y medio de armenios perdieron la vida durante ese período.

A pesar de que 20 naciones reconocieron el genocidio, e incluso también lo hizo el Papa Francisco, desde el gobierno de Turquía siguen negando que haya sucedido.