“Quiero disculparme. Sé que millones de personas en este país han hecho sacrificios extraordinarios durante los últimos 18 meses” dijo Boris Johnson ante el parlamento británico intentando ponerle fin a los pedidos de renuncia del primer ministro conservador.

Johnson admitió que estuvo en una fiesta organizada en los jardines de Downing Street durante el confinamiento y dijo haber creído que se trataba de un encuentro de trabajo.

En otro de los párrafos, el líder conservador buscó empatizar con quienes se siente defraudados y engañados por haber aceptado asistir a un evento que su propio gobierno había prohibido a millones de británicos, muchos de los cuales sufrieron la muerte de familiares a los que ni siquiera podían despedir porque no se permitía los funerales ni las visitas a los enfermos terminales de COVID.

“Sé la angustia por la que han pasado: incapaces de llorar a sus familiares, incapaces de vivir sus vidas como quieren o de hacer las cosas que aman. Sé la rabia que sienten conmigo y con el gobierno que dirijo cuando piensan que en Downing Street las personas que hacen las reglas no las siguen correctamente (...) debo asumir la responsabilidad”, dijo el premier.

El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, respondió a las disculpas de Johnson llamándole a dimitir, como han hecho en el pasado sus colaboradores que infringieron las reglas sanitarias contra el coronavirus.

“Ahí lo tenemos... el patético espectáculo de un hombre que perdió el rumbo”, dijo Starmer. “Su defensa, que no se dio cuenta de que estaba en una fiesta, es ofensiva para el público británico... ¿Ahora va a hacer lo decente y renunciar?”.

El primer ministro desvió sin embargo las demandas de la oposición de su renuncia y pidió esperar los resultados de la investigación de la alta funcionaria Sue Gray, que determinará si el Gobierno rompió las estrictas normas impuestas para contener la pandemia.