Luego de una sesión que se extendió hasta entrada la madrugada local, el Parlamento griego aprobó, por amplia mayoría, la segunda y última parte del paquete de reformas y masivos ajustes impuestos por sus socios y acreedores de la zona euro.

Estas medidas neoliberales fueron la condición impuesta para que Grecia reciba 86.000 millones de euros en los próximos tres años. Las mismas obtuvieron 230 votos a favor, 63 en contra y cinco abstenciones.

Durante su discurso en el Congreso, el primer ministro, Alexis Tsipras, instó a sus diputados a "adaptarse a las nuevas realidades" y descartó "abandonar voluntariamente" el Gobierno, donde dijo que la presencia de la izquierda radical es "un bastión para la defensa de los intereses del pueblo", a la vez que prometió batallar para mejorar el acuerdo sobre el tercer rescate al país, que debe ser finalizado este verano.

"El Gobierno no oye más al pueblo", lamentaron Katerina Sergidou y Georges Kokkinavi, pertenecientes al ala más a la izquierda de Syriza. Se trató de dos de los seis mil manifestantes congregados delante del Parlamento.

Hace 10 días Tsipras aceptó un tercer programa de ayuda europeo aún más neoliberal que el rechazado por el 61 por ciento de sus compatriotas en el referéndum una semana antes, que le garantizará 86.000 millones de euros en los próximos tres años y el "compromiso" de discutir una reestructuración de la deuda griega, que ya supera el 180 por ciento del PBI nacional.

A cambio de una nueva inyección de dinero que permita recapitalizar los bancos griegos, poner fin al corralito y pagar los cercanos vencimientos de deuda con los acreedores europeos y cumplir con una cuota atrasada del FMI, Tsipras aceptó un aumento del IVA, un recorte de las jubilaciones, una reforma laboral y del Código Civil y un descarnado e inédito proceso de privatizaciones.

"No había nada de patriótico en dejar caer el sistema bancario griego", argumentó el premier griego, que prometió intentar introducir medidas más moderadas en el futuro para tratar que la mayor carga no recaiga en los sectores sociales más débiles.

Una vez más, Tsipras destacó que no le gusta el acuerdo final que firmó con sus acreedores de la eurozona, con Alemania a la cabeza, y aseguró que nadie puede "afirmar que la autoría del programa pertenece al gobierno griego". Asimismo, instó a los legisladores a votar las reformas justificando que el país debe enfrentar una "nueva realidad".