El Papa se llevó una ovación durante una audiencia cuando con un gesto inédito, le permitió a Wenzel Eluney de 7 años, quedarse en el altar jugando. Se trata de un nene con un autismo severo por lo que no se comunica de manera oral y no suele obedecer.

Su familia reside en Verona, y llegó hasta el Vaticano con el grupo Ants Onus, que agrupa a padres de niños con esa problemática. Para sorpresa de su madre que, salió disparada cuando Wenzel se escapó, Bergoglio al escuchar que se trataba de argentinos le permitió que se quedara jugando en un sitio donde pocas personas pueden acceder.

Fascinado con la vestimenta de la Guardia Suiza, intentó corroborar que no se trataba de un muñeco, mientras correteaba e incluso se dio un buen golpe sobre el impecable mármol. El Papa en broma, comentó con uno de los arzobispos: "Argentino e indisciplinato", acerca de la característica con la que el religioso define a sus compatriotas.