LOS AUTÉNTICOS DECADENTES
- Dignidad, eso es lo que les falta. DIG - NI – DAD ..!! – exclamo absolutamente sacado El Ruben (sin tilde), mientras golpeaba la mesa habiendo bailar los pocillos de café.
- ¡ Tiene toda la razón ! - apoyó el Pelado con los ojos desorbitados y cara de asombro, mientras lo señalaba como si estuviera frente a una revelación.
El escandaloso divorcio de Carmen Barbieri y Santiago Bal que comenzara allá por el 2011, recrudeció en los medios en las últimas semanas y se estableció como tema obligado de debate en la sobremesa de la cena del jueves.
- La mina no tiene necesidad de hacer tanto bolonqui – acotó el Tano mientras jugaba con las miguitas sobre el mantel - ¿Qué necesidad tenía de mostrar los mensajes de texto que el viejo le mando a la pendeja? ¿Cuál es el sentido de mostrar la carta, eh?
- ¿Qué carta? – inquirió el Pelado con cara de desconcertado.
- ¿No te enteraste? – respondió el Tano, que en un movimiento automáticamente sincronizado empezó a buscar con desesperación el texto en su Smartphone – Escucha… escuchá – dijo excitado antes de empezar con la lectura -
"Nunca fue mi intención separarme de vos. No conozco ni quiero una vida lejos tuyo. Sé que alguna macana me mande, pero no más de las que me pide el cuerpo, el resto fue la hermosa gente que nos rodea. Aquí  estoy todo el día mirando el techo, triste, solo y perdido.
Yo quiero seguir viviendo con vos. Cuando vos lo decidas, compartir nuestro trabajo como siempre lo hicimos y volver a tener una vida placentera y de buenos compañeros de la vida como siempre lo fuimos.
Y tengo la intención de recobrarte aunque sé que aún la herida está sangrante. No me hagas alquilar un departamento. Vos tampoco vas a estar bien estando sola.
Esperaré cuanto creas necesario pero por favor no nos sigamos hiriendo.
Te quiero: Santi"
- Ese tipo es un genio – acotó Ricardo, el mozo, que se había arrimado a la mesa ante la ausencia de clientes y de paso, para escuchar con más atención la carta de Santiago Bal.
- ¿Por qué? - dijimos al unísono todos en la mesa.
- ¡ Vos estas loco ! – le dijo el Ruben – el tipo está quebrado, sin un mango, a punto de irse a vivir a la Casa del Teatro porque no tiene donde caerse muerto y vos los tratas de genio?. Definitivamente estas mal de la cabeza vos.. – sentenció y dejó su frase flotando en el aire.
- Pero es que no lo digo por eso – aclaro Ricardo – Lo digo por la frase que le puso en la carta. Ese tipo es un poeta, un genio absoluto –
- ¿Qué fraseeee? – volvimos a preguntar al unísono.
- Me lo pidió el cuerpo – dijo como si nada – El tipo fue infiel porque se lo pidió el cuerpo. Fue como un llamado irrefrenable de la Naturaleza –
Nos quedamos en silencio un rato largo, pensando.
Ricardo aprovechó la ocasión para empezar a dar vuelta las sillas en las mesas y pasar el escobillón por debajo de las mesas.
- Tiene razón – soltó el Ruben, y agregó – Esa frase acaba de entrar en la historia. Esta a la misma altura de un “No es lo que parece” o “Andá que después te explico”.
La cosa no dió para más.  Fue imposible asimilar tanta filosofía a esa hora de la madrugada.
Juntamos la plata y la propina en silencio y se la dejamos a Ricardo sobre la mesa. Nos saludamos sin una palabra.
Mientras volvía a casa, como una ironía del destino, empezó a sonar una canción de Gloria Estefan. Esa que dice “Oye mi cuerpo pide salsa…”
Buenas Noches.

- Dignidad, eso es lo que les falta. DIG - NI – DAD ..!! – exclamo absolutamente sacado El Ruben (sin tilde), mientras golpeaba la mesa habiendo bailar los pocillos de café.

- ¡ Tiene toda la razón ! - apoyó el Pelado con los ojos desorbitados y cara de asombro, mientras lo señalaba como si estuviera frente a una revelación.

El escandaloso divorcio de Carmen Barbieri y Santiago Bal que comenzara allá por el 2011, recrudeció en los medios en las últimas semanas y se estableció como tema obligado de debate en la sobremesa de la cena del jueves.

- La mina no tiene necesidad de hacer tanto bolonqui – acotó el Tano mientras jugaba con las miguitas sobre el mantel - ¿Qué necesidad tenía de mostrar los mensajes de texto que el viejo le mando a la pendeja? ¿Cuál es el sentido de mostrar la carta, eh?

- ¿Qué carta? – inquirió el Pelado con cara de desconcertado.

- ¿No te enteraste? – respondió el Tano, que en un movimiento automáticamente sincronizado empezó a buscar con desesperación el texto en su Smartphone – Escucha… escuchá – dijo excitado antes de empezar con la lectura -

"Nunca fue mi intención separarme de vos. No conozco ni quiero una vida lejos tuyo. Sé que alguna macana me mande, pero no más de las que me pide el cuerpo, el resto fue la hermosa gente que nos rodea. Aquí  estoy todo el día mirando el techo, triste, solo y perdido.

Yo quiero seguir viviendo con vos. Cuando vos lo decidas, compartir nuestro trabajo como siempre lo hicimos y volver a tener una vida placentera y de buenos compañeros de la vida como siempre lo fuimos.

Y tengo la intención de recobrarte aunque sé que aún la herida está sangrante. No me hagas alquilar un departamento. Vos tampoco vas a estar bien estando sola.

Esperaré cuanto creas necesario pero por favor no nos sigamos hiriendo.

Te quiero: Santi"

- Ese tipo es un genio – acotó Ricardo, el mozo, que se había arrimado a la mesa ante la ausencia de clientes y de paso, para escuchar con más atención la carta de Santiago Bal.

- ¿Por qué? - dijimos al unísono todos en la mesa.

- ¡ Vos estas loco ! – le dijo el Ruben – el tipo está quebrado, sin un mango, a punto de irse a vivir a la Casa del Teatro porque no tiene donde caerse muerto y vos los tratas de genio?. Definitivamente estas mal de la cabeza vos.. – sentenció y dejó su frase flotando en el aire.

- Pero es que no lo digo por eso – aclaro Ricardo – Lo digo por la frase que le puso en la carta. Ese tipo es un poeta, un genio absoluto –

- ¿Qué fraseeee? – volvimos a preguntar al unísono.

- Me lo pidió el cuerpo – dijo como si nada – El tipo fue infiel porque se lo pidió el cuerpo. Fue como un llamado irrefrenable de la Naturaleza –

Nos quedamos en silencio un rato largo, pensando.

Ricardo aprovechó la ocasión para empezar a dar vuelta las sillas en las mesas y pasar el escobillón por debajo de las mesas.

- Tiene razón – soltó el Ruben, y agregó – Esa frase acaba de entrar en la historia. Esta a la misma altura de un “No es lo que parece” o “Andá que después te explico”.

La cosa no dió para más.  Fue imposible asimilar tanta filosofía a esa hora de la madrugada.

Juntamos la plata y la propina en silencio y se la dejamos a Ricardo sobre la mesa. Nos saludamos sin una palabra.

Mientras volvía a casa, como una ironía del destino, empezó a sonar una canción de Gloria Estefan. Esa que dice “Oye mi cuerpo pide salsa…”

Buenas Noches.