Y después, lo que quede de mí se irá a un bar a olvidarte. A alimentar el cliché de tantos corazones rotos, ese de ahogar recuerdos en tres, cuatro, diez copas de vino.

Lo que quede de mí no contará con volver a verte. Porque será nuestra última vez. Tan desgarradora y dolorosa como la primera. Tan llena de miedos y de inseguridades. Pero más violenta, con mis uñas arañando tu pecho y tus manos apretando los cuerpos. Caminando por la cuerda floja que separa excitarnos de herirnos. Mordiéndonos el cuello.

Olvidaré tu respirar agitado cuando te toco. Y mi pelo revuelto sobre tu panza. Sí, olvidaré mi pelo sobre tu panza y cómo tiras de él cuando te tengo adentro de mi boca. Olvidaré lo tenso de tus piernas cuando estás por acabar.

Nos dejaremos tantas cicatrices que probablemente pueda olvidar todo menos aquella, nuestra última vez.