“Si el Gobierno no corrige el rumbo económico estamos perdidos", decía hace pocas horas el empresario y expresidente de la UIA Héctor Méndez, para quien los números del sector y del país van de mal en peor.

Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) vino a confirmar los terrores del empresariado –y de la población argentina–, al analizar los resultados económico-financieros de los tres primeros años de gestión de Mauricio Macri.

Para tomar solo algunos ejemplos: la deuda per cápita aumentó 420 por ciento; el precio de los alimentos subió hasta el 440 por ciento; las tarifas se dispararon hasta un 3.000 por ciento y, como si fuera poco, se perdieron casi 108 mil empleos en el sector industrial.

El informe también ratifica la confesión de Macri a la banca internacional, al ratificar que los asalariados fueron los grandes perdedores de este trienio: el poder adquisitivo del salario privado promedio cayó 22 por ciento.

El deterioro del salario mínimo vital y móvil fue mayor: perdió el 24 por ciento de su valor en estos años macristas, mientras que la jubilación mínima se hundió 18,5 por ciento en términos reales.